martes, 21 de agosto de 2007

fairy tale

Eráse una vez una hermosa princesa
que vivía en un castillo encantado,
murió envenenada por las hadas,
nunca nadie la vio nacer, y por lo tanto
nadie la vió morir.
Hoy su cuerpo yace aún en el palacio ,
pudriéndose, cada día que pasa,
debajo de aleteos, canciones y polvos mágicos.

qué sucede?

hace tiempo que escribí lo que a continuación leerán, y todo surgió simplemente tratando de responder a la pregunta: qué sucede?

Me siento en un letargo extendido, y que me invita a sumergirme en él, el optimismo hace tiempo que me dejo y por lo visto no se le ven ganas de regresar, para que exista de nuevo, esa union casi inseparable de mí, que lo hacia parte mi personalidad.

Me siento adentrada en una oscuridad que inexplicablemente, me permite únicamente, percibirme a mi misma, como si la incapacidad de poder ver hacia delante, generará dentro de mí una perspectiva diferente en la que puedo observar mi silueta desde cualquier ángulo.

Siento una negativiadad tan enorme que se transmite, o por lo menos que quiere aflorar cada segundo, se libera en forma de quejas, de tensiones, arranques de ira, insultos, gritos, inconformidad, mediocridad, desorden emocional, insatisfaccion, inseguridad, la imposibilidad de comprender a quienes me rodean, impaciencia,desesperacion, incertidumbre, falta de ánimo, sueño constante, soledad, que definitivamente es lo que más me atormenta, soledad acompañada de miedo, al dolor, al cambio a lo desconocido, a la posibilidad de que la situación empeore, miedo a perder mi identidad, perderme en esta oscuridad que me sofoca, y no me permite avanzar, ni un solo paso, tampoco retroceder.

Ese temor puede ser por evitar el dolor, por pensar que si diera una paso hacia la dirección incorrecta, mi vida cambiaría drásticamente, afectando por lo tanto, el status quo al que me he acostumbrado, mi vida antes de esta es muy similar, es de hecho exactamente la misma, sin embargo quedan vagos recuerdos de quién era y cómo me comportaba, de repente cambio mi escenario, y olvide mi personalidad, quizá se la llevó el viento, la arrojó al cielo, y cuando cayó al suelo quedó sobre un árbol seco, en la rama más alta, y esta custodiada por aves carroñeras que esperan el momento del deceso de mi alma, el cual, tal vez, no tarde mucho en llegar.

Yo me encuentro observando con mi vista fija a la punta del árbol sin poder hacer movimiento alguno, sin intentar trepar al árbol o ahuyentar a las aves, al igual que ellas, sólo espero, el momento en que mi antigua existencia dejé de respirar, para entonces poder seguir un sendero de decadencia sin remordimiento alguno.

lunes, 20 de agosto de 2007

velorio de un payaso

La vida te lleva a presenciar acciones,
extraordinarias e inesperadas,
momentos que por más
que se pretenda estar preparado;
en ocasiones,
es imposible reaccionar.

Y solo se pueden entender
si ya se han experimentado,
mientras se ayuda a
comprender,

a aquellos
a los que les sucede por
primera vez.

El y yo nunca tuvimos una buena relación, personal, simplemente, nos respetabamos mutuamente, yo admiraba su trabajo, y él admiraba mi creatividad, aceptaba que tenía buenas ideas.

Cuando me enteré de su muerte, fue algo triste, el llegar a entender, que jamás, pudimos llegar a entablar una conversación sin intermediarios, y que no estaría, nunca más para una asesoría.

Lo que pudo mas que los viejos rencores, y los malentendidos de antaño, fue el hecho de descubrir, que "ya no estaría", pensaba en eso y otras cosas, mientras conducía, quedé tan absorta en mis pensamientos, que casi chocó en tres ocasiones.

Al llegar al velorio, y no distinguir en el estacionamiento, ningún auto conocido, me incitó a alejarme de ahí, y regresar a casa, no quería estar sola en ese terrible lugar; sin embargo pensé ¨merece que me despida de él"

Ninguna lágrima había recorrido mi rostro, aún se agarraban fuertemente a mis pestañas, sin atreverse a salir, mientras caminaba por el estacionamiento, hacia la entrada de la funeraria, vi que se iba, su hijo mayor, y otros dos acompañantes, a quienes desconocía, su hijo es muy parecido a Ramón, es alto, moreno, gordo, y tiene facciones similares a las de su padre llevaba unos jeans, una camisa de cuadros café y rojo, sobre una camisa negra, y unos lentes obscuros, aún cuando cubría sus ojos podían verse sus lágrimas resbalando.

No pude evitar sentirme mal, e ir corriendo a abrazarlo, aunque para el soy una completa extraña, reconocí el dolor que me había invadido dos años atrás, tras la noticia de la muerte de mi padre, me sentí triste, olvide rencores, y me sentí triste, por el hombre y su familia.

Entré a la funeraria tras atravesar una puerta de cristal, y me recibió un letrero negro con letras blancas que decía ¨Ramón Tamayo Rosas, SALA 3¨ , al leerlo sentí caer el peso de la realidad y estaba a punto de soltarme llorando cuando vi rostros conocidos, mi novio y sus amigos, me acerqué con ellos.

En la funeraria había mas personas, que no sabría decir si eran parte del funeral de Ramón o asistían a otros, pero supe que había otros conocidos de Gabo, otro de los hijos de mi maestro de teatro, cuando vi sus caras de desconcierto, no pude evitar el querer salir corriendo; sin embargo mis pies no obedecieron, y me quedé ahí intentando empezar una conversación, que nadie quería escuchar, después de varios intentos inútiles solo me dediqué a esperar.

Después de mí llego Gabo, que estaba arreglando unos papeles de la escuela, saludo a todos y yo fui presentada, aunque nunca hemos trabado conversación alguna, lo conozco hace tiempo, por ser el hijo de Ramón, él no me conoce, es amigo de mi novio, ambos estudian Arquitectura.

Gabo fue hacia la sala donde estaba su papá, y después de unos instantes, una amiga de él lo siguió, preguntó si nadie quería acompañarla, nadie contestó, yo quería entrar a verlo y despedirme, por fin del maestro; sin embargo, aún no reunía las fuerzas necesarias.

Casi a los tres minutos le dije a mi novio, que si me acompañaba a "verlo", él respondió que no, con una cara, que mostraba miedo, o quizá era otra emoción que no supe reconocer, no dije nada, solo caminé hacia la sala, y noté que me seguía, se detuvo en la puerta de la sala, y de ahí proseguí sola, mi camino, temerosa, al estar frente a él con su nariz de payaso, su sombrero con "pins", de los distintos lugares a donde había viajado, y su cara dormida...

Mis lágrimas no pudieron más y salieron descontroladas a través de mis mejillas directo al piso, esa fue la reconciliacion y la despedida, de una enemistad inexplicable, en medio de un funeral inesperado, viendo la perspectiva diferente de la vida de un "clown", que se empeñó en propagar la frase ¨la naríz roja no hace al payaso¨.