Esa noche bajé del coche sintiendo el alma hecha pedazos pidiendo socorro y auxilio, de pronto volteé y un gato negro se atravesó en mi camino corriendo despavorido. pensé que mala suerte la mía, un mal augurio en tan mala noche, me disponía entrar a casa, cuando ví otro gato negro, aún más grande, que caminaba tranquilo tras el otro, al verme sin inmutarse, detuvó su marcha y se sentó moviendo su cola.
Caminé por mi jardín, y aún podía verlo, me detuvé, y nuestros ojos coincidieron un instante, entonces comprendí, que mi suerte estaba esperando ser recogida. Continué mi camino y entré a casa para darme cuenta...
Que la vida jamás se cansa de dar bofetadas.
miércoles, 30 de abril de 2008
sábado, 12 de abril de 2008
art way
Enmudezco ante la mirada fría y blanca de la ignorancia y la pasividad, me impide levantarme sobre mis pies de nuevo, y encontrar las palabras necesarias para escribir y describir lo que se siente ser testigo, observador y sujeto, en un espacio en que la sociedad se encadena a si misma, y cierran los ojos con vendas que se ponen unos a otros
Suscribirse a:
Entradas (Atom)